Otoño entre hayedos

Otoño entre hayedos

Nov 24, 2025

El otoño nos ofrece postales únicas, y es una de las estaciones preferidas por los motoviajeros para rodar. En esta ocasión viajamos hasta la confluencia de las provincias de Segovia y Guadalajara para contemplar el espectáculo de sus hayedos con nuestra Morbidelli T1002VX.

 

Salimos de Riaza (imperdible su magnífica Plaza Mayor). A medida que dejamos atrás el casco urbano y la carretera empieza a trepar, la niebla nos envuelve creando una sensación onírica. Rodar en otoño por estas montañas siempre nos regala una mezcla perfecta de calma, soledad y esa luz que atrapa como un acto de hipnosis.

 

El Puerto de la Quesera nos recibe bajo un manto de fina lluvia. La carretera es estrecha y zigzaguea por un escenario que en esta época se transforma gracias a la explosión de ocres y rojizos del Hayedo de la Pedrosa. Los árboles parecen formar un túnel natural y las hojas caídas alfombran nuestras paradas.

 

Al coronar el puerto (por encima de los 1.700 msnm), la vista se abre hacia el otro lado del macizo, invitándonos a descender hacia la vertiente guadalajareña. Una corza cruza la carretera y se oculta rápidamente en la espesura. Estamos entrando en un territorio que alberga una riqueza botánica que sobrevive gracias al microclima de estos valles. Las montañas que se elevan sobre esta parte del Sistema Central superan los dos mil metros, como el Pico Ocejón (2.046) y el Pico del Lobo (2.274 m), la cumbre más alta de toda Castilla-La Mancha. La carretera se vuelve más sombría… y también más abandonada.

 

 

Desde aquí ponemos rumbo hacia los hayedos del Parque Natural de Tejera Negra, que se extiende en las proximidades de Cantalojas y Cardoso de la Sierra. El bosque se vuelve más denso, más húmedo, y las hojas teñidas de naranja se mezclan con el negro de la pizarra de las construcciones tradicionales de la Sierra de Ayllón. Estamos en el corazón de la ruta de los Pueblos Negros de Guadalajara.

 

Majalrayo aparece entre laderas cubiertas de hayas, abedules y robles. Aparcamos la moto y escuchamos ese silencio que parece que lo envuelve todo. Aquí el otoño se observa, pero también se respira. Y el viaje desde Riaza, con su combinación de montaña, curvas y tupidos bosques, se convierte en una de esas propuestas infalibles que siempre recomendamos cuando alguien nos pregunta por un destino para disfrutar del otoño en moto en la Península. Es hora de almorzar. El termómetro se ha desplomado y la parada en el Mesón Jabalí resulta completamente revitalizante.

 

Si queremos exprimir un poco nuestra Morbidelli en una carretera disfrutona, nada mejor que abordar la GU-186, cuyo asfalto se encuentra en perfecto estado y nos lleva hasta Tamajón.

 

Otra opción, en este caso un poco más pintoresca, es acercarnos hasta la denominada “Muralla china” de Guadalajara: un curioso tramo de la carretera GU‑194 que atraviesa un barranco profundo, el del río Jaramilla, afluente del Jarama. Debido a su trazado serpenteante y la protección lateral en forma de almenas, esta sección de carretera recuerda en cierto modo a la gran muralla china. Nos lleva hasta Campillo de Ranas y recorrerla con su pavimento estriado es una gozada.

 

 

Desde aquí, si queremos poner el broche de oro a una jornada de fábula, podemos adentrarnos en el Hayedo de Montejo, que nos llevará hasta la conexión con la Autovía del Norte (A-1). Eso… o quién sabe, ¡igual “perdernos” por alguno de los pueblos de la Sierra del Rincón!

 

Keep on riding, keep on beyond the ride!

 

Quique Arenas